viernes, 24 de junio de 2011

Cartilla de Historia para el 2° trimestre 5° AÑO


 A continuación leerás dos textos. El segundo es un esquema de contenidos que te permitirá revisar qué se entiende actualmente por el “Estado Nacional”. En el primer texto, “Los orígenes del Estado Nacional argentino”, podrás rastrear cómo se fue gestando esa organización política en la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX.

La conformación  del Estado Nacional argentino (1852-1880)

Hacia 1850, gran parte de los países latinoamericanos había pasado por un período de luchas y graves conflictos internos. En nuestro país, esos antagonismos se expresaron principalmente a través de las ideas de unitarios y federales, y de los debates entre proteccionistas y librecambistas. Los primeros discutían sobre cómo organizar políticamente el país y los segundos, acerca del manejo de la economía. Estos desacuerdos adoptaron características distintas según los intereses económicos y políticos que dominaban  en  tres  grandes  regiones: Buenos  Aires,  el Litoral y el Interior.
Dictada la Constitución (1853), una de las preocupaciones fue terminar con los conflictos que enfrentaban a los distintos grupos de poder para comenzar un proceso de pacificación con el propósito de consolidar el Estado. En la Argentina, la clase dirigente porteña, aliada con poderosos sectores de algunas provincias, se propuso organizar el país y llevar adelante su modernización. El primer paso era crear un orden basado en leyes respetadas por todos, es decir, un Estado Nacional. De este modo, se establecieron instituciones y normas que permitieron el desenvolvimiento de la vida social, política y económica.
En la Constitución Nacional se estableció que todo el país sería gobernado por una autoridad  común.  Se  organizaron  los  tres  poderes  del  Estado:  ejecutivo,  legislativo  y  judicial. También se creó un ejército nacional que reemplazó a las milicias provinciales, ejército que fue utilizado en más de una oportunidad para oponerse a la resistencia de algunos caudillos provinciales que se negaban a obedecer a las autoridades nacionales
El Estado organizó la impresión de billetes y monedas de circulación nacional, aunque en los años siguientes, las provincias continuaron emitiendo su propio dinero. Paralelamente fue necesario desarrollar la Administración Pública Nacional, constituida por funcionarios,  encargada del servicio de correo y telégrafo y de la creación de establecimientos educativos a lo largo del territorio argentino. Para hacer frente a estas acciones de gobierno, el Estado organizó la recaudación de impuestos.
Las provincias de las distintas regiones continuaron con las actividades económicas de décadas anteriores, y el crecimiento de sus producciones se vio beneficiado por un sostenido desarrollo del transporte terrestre y fluvial, que permitió intensificar el intercambio comercial, aun cuando persistían las situaciones de enfrentamiento entre las provincias.
El año 1852 marca el inicio de la conformación  de  nuestro  Estado,  cuya  organización definitiva se alcanzó en 1880. En el año 1853 se sanciona la Constitución Nacional, después de un largo período de desencuentros  entre  las  provincias.  Durante  ese  año, también   se   organiza   la   Confederación Argentina como un intento de constituir un Estado unificado amparado por las disposiciones del texto constitucional.

Actividad:

Para consolidar el Estado, la clase dirigente porteña junto a poderosos sectores de algunas provincias, se propuso organizar el país y modernizarlo.
a)    Nombra los pasos que siguió para conseguir este objetivo y explícalos brevemente.
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LA FORMACION DEL ESTADO ARGENTINO (1852-1880)

Unificación del país. Las presidencias fundacionales

Justo José de Urquiza, el gobernador de Entre Ríos, ocupó en 1853 el cargo de primer presidente de la Confederación Argentina. Sin embargo, durante la década siguiente, la provincia de Buenos Aires se separó políticamente del resto del país y constituyó un estado independiente. Ambos estados, Buenos Aires y la Confederación, se consideraban parte de una misma nación. Sin embargo, durante varios años, estuvieron en conflicto por sus intereses políticos y económicos, y en las relaciones entre las dos entidades políticas, se alternaron enfrentamientos armados y acuerdos políticos.
Recién  a  partir  de  la  década  de  1860 (Batalla de Pavón) ,  después  de  que  Buenos  Aires  derrotara  militarmente  a  la Confederación, ambas llegaron a un acuerdo y lograron la unificación definitiva del país. Entonces, tres presidentes argentinos tuvieron en sus manos la tarea de consolidar el Estado nacional.
En 1862, bajo el liderazgo de sectores poderosos de Buenos Aires y con el apoyo de grupos políticos y económicos que eran dominantes en las provincias, comenzó la unificación nacional. Se inauguró así una etapa, entre 1862 y 1880, que algunos historiadores llamaron de las presidencias de la organización nacional o presidencias fundacionales.
Los tres primeros presidentes que tuvo nuestro país, se empeñaron en acciones de gobierno destinadas a solucionar, no siempre exitosamente, los problemas más acuciantes. Independientemente de las medidas que adoptaron estos presidentes –Mitre, Sarmiento y Avellaneda–, se puede decir que coincidieron en tres objetivos:
1.    organizar las instituciones del Estado,
La organización institucional se realizó a través del fortalecimiento de las acciones del Estado Nacional. Este empezó a ocupar cada vez más funciones mediante una importante política de obras públicas. Las escuelas, el correo, el ejército, el ferrocarril extendían sus redes de acción, al mismo tiempo que su burocracia se ampliaba. La necesidad de atraer población extranjera fue una de las principales preocupaciones.
2.    subordinar todo intento de resistencia a las autoridades nacionales
La subordinación a la autoridad nacional buscaba limitar o eliminar las autonomías provinciales. Este objetivo se llevó a cabo por medio de la realización de pactos (concesión) con las elites provinciales que  estuvieran dispuestos a hacerlos y la coerción contra aquellos que se opusieran. En el primer caso, la aceptación del pacto, generalmente, implicaba la obtención de ventajas para aquellas provincias que lo firmaran (provincias amigas). En el segundo caso, el Ejército nacional defendía el poder central ante quienes fueran considerados una amenaza (alzamientos federales).
3.    consolidar la integración territorial del país.
La integración territorial adoptaba distintas formas. Por un lado, las políticas de población contra los indígenas, como la llamada “Conquista del Desierto”, ampliaron enormemente la extensión del territorio del Estado Nacional. Junto con esto, la sanción de leyes de aplicación en todo el territorio se propusieron promover la construcción de valores en torno a una nacionalidad común.

LA POLÍTICA DEL OCHENTA

Cuando el Gral. Julio Argentino Roca asumió la presidencia bajo el lema "paz y administración", transmitía con estas palabras las ideas políticas de la generación de dirigentes que representaba: por un lado, se necesitaba la paz para evitar enfrentamientos internos y externos; por otro lado, era imprescindible consolidar las instituciones del Estado Nacional para asegurar, entre otras cosas, la consolidación del modelo económico que estaba adoptando la Argentina. Los inmigrantes y todos los habitantes del país eran invitados a participar en la sociedad, bajo la promesa de que se acercaba un período de gran prosperidad.
Los dirigentes del régimen político que se instauró en 1880 lucharon por conservar el poder de las grandes familias que gobernaban al país. La elite gobernante sentó las bases de una república conservadora en la que ejercía un gran control político. Pocos eran los que votaban (voto censitario) y, menos aún, los que podían ser candidatos. El ejercicio del poder estaba, entonces, en manos de una minoría privilegiada, que limitaba la participación política del resto de la población. De esta forma, los cargos públicos eran ocupados por las mismas personas  permitiendo que se perpetuaran en el poder. Si la oligarquía es una clase social que tiene poderes económicos, ejerce el poder político y se ubica en un estrato superior de la sociedad porque considera que tiene  legítimas  razones  para  ello,  se puede afirmar que,  entre  1880  y  1916,  el  régimen  político  de nuestro país fue el de una república oligárquica. De la clase oligárquica surgían los candidatos que ocupaban los cargos públicos.
Cuadro de texto: El régimen que se instaló en nuestro país a partir de 1880 era liberal en lo económico y conservador desde el punto de vista político.
Glosario
Fraude electoral: trampas o engaños que cometían los políticos para forzar los resultados  electorales  a  su  favor,  por  ejemplo, doble  votación,  falsificación  de  firmas ,modificación  de  los  resultados  de  los comicios, etcétera
Oligarquía: grupos poderosos a nivel político y económico.Los grupos dirigentes del Partido Autonomista Nacional (PAN) constituyeron un sistema que puede llamarse "liberal conservador". Liberal en lo económico, porque propició la libertad de comercio como una política favorable a sus intereses; conservador, porque en lo político utilizó un sistema de democracia restringida que excluyó a la mayoría de la población de las decisiones políticas y permitió así la conservación del poder en manos de un grupo reducido de "notables", lo cual daba al partido carácter oligá r q u i c o .
El objetivo de mantener y controlar el poder se llevó a cabo no sólo mediante el fraude sino también a través de las intervenciones federales y del control de la sucesión.
La intervención federal es un recurso previsto por la Constitución que permite al Gobierno Nacional,en determinados casos en que esté en juego la seguridad de alguna provincia, hacerse cargo de los poderes provinciales. Los gobiernos del período recurrieron a estas prácticas cada vez que consideraron amenazado su control en alguna provincia, sin limitarse a lo previsto constitucionalmente.
En este período, los presidentes fueron elegidos por  negociaciones  que  se  hicieron  entre  los  grupos de poder de Buenos Aires y del resto de las provincias. Para que esto fuera posible, eran prácticas frecuentes el fraude electoral, la compra de los votos y el nombramiento de los candidatos por las autoridades salientes; de esta forma, se ejercía un verdadero control de la sucesión en el poder.
Dentro de este panorama, en el cual el hombre común no encontró espacio legítimo de participación, fue natural que surgiese en la mayoría de la población un sentimiento de indiferencia y desinterés por la política. Los asuntos de gobierno y la política eran considerados temas a cargo de "caudillos" políticos al servicio del "r é g i m e n”.
Cambios en las poblaciones urbana y rural, sumados a los efectos de una grave crisis (crisis de 1890) en nuestro país, provocaron una fractura en la unidad del grupo gobernante. Esta ruptura se manifestó con el surgimiento, en 1889, de la Unión Cívica, integrada por un sector de la clase dirigente y algunos representantes de la clase media que se pronunciaron a favor de la pureza del sufragio y contra el fraude electoral. Los máximos referentes de esta fuerza opositora fueron Leandro N. Alem y Bartolomé Mitre. Para llevar a la práctica sus reclamos, en 1890 la Unión Cívica organizó una revolución que constituyó el primer cuestionamiento violento al orden imperante desde 1880. Si bien la llamada "Revolución del Parque" (26-7-1890) fue derrotada, el presidente Juárez Celman debió abandonar el cargo y asumió la presidencia el vicepresidente, Carlos Pellegrini. El "acuerdo" entre el líder del PAN, Julio A. Roca, y una fracción de la Unión Cívica conducida por B. Mitre produjo la división de esta fuerza política. Los objetivos de Alem y Mitre eran diferentes. Mientras el primero quería elecciones libres y transparencia gubernativa, el mitrismo, aliado con el roquismo, pretendía recuperar el poder. De este modo, la fracción descontenta con el pacto, conducida por Leandro Alem, creó en 1891 la Unión Cívica Radical (UCR). Así nació el primer partido político moderno de la Argentina, es decir, con la forma de organización interna que tienen los partidos actuales.
La muerte de Alem, en 1896, dejó la conducción del partido en manos de su sobrino Hipólito Yrigoyen. La abstención y la intransigencia revolucionaria fueron las formas de lucha del partido Radical para cambiar el sistema político vigente. La intransigencia revolucionaria consistió en el intento de reemplazar ese sistema por una democracia representativa mediante el recurso revolucionario. La abstención, el otro método de lucha radical, fue la negativa a participar en elecciones fraudulentas.
En el año 1905 se produjo la última revolución radical contra el sistema político fraudulento; este hecho coincidió con un cambio importante en la composición del partido. Dicho cambio estuvo marcado por la incorporación a sus filas de vastos sectores de la clase media, en gran parte hijos de inmigrantes, pequeños comerciantes, empleados, profesionales universitarios e incluso chacareros y otros grupos populares.
En esos años, los conflictos obreros, las revoluciones radicales y la lucha del socialismo en favor de la conquista de una auténtica democracia representativa, puso en evidencia los vicios del sistema y dio lugar a una crisis entre los grupos de la elite.
En este contexto, un sector del grupo gobernante comenzó a considerar que la prosperidad alcanzada podía peligrar de no atenderse los reclamos de la oposición, por lo que se mostró dispuesto a la introducción de reformas graduales en el sistema electoral a fin de evitar conflictos sociales. Esto condujo a una ruptura entre Carlos Pellegrini, representante de estos sectores, y Roca, que mantuvo su postura ultraconservadora y fraudulenta.
En las elecciones de 1910 se impuso la fórmula Roque Sáenz Peña-Victorino de la Plaza. Este sector de la elite que llegaba al gobierno había entendido que debía cambiar algo para no perderlo todo. Sus representantes confiaban en que ellos ganarían las elecciones y que el radicalismo y el socialismo sólo lograrían en el Congreso una minoría opositora que no llegaría a afectar el control del poder.
El radicalismo no se proponía modificar el esquema socioeconómico ni la relación con Inglaterra, por lo cual no aparecía como peligroso para los beneficiarios de la agroexportación. Sus objetivos eran transparentar la política y lograr una distribución de los ingresos más favorable a las nuevas capas medias que constituían su base social.
El gobierno consideró necesario aplacar la creciente agitación social abriendo una válvula de escape a la "olla a presión" en que se había transformado la sociedad argentina. En consecuencia, durante la presidencia de Roque Sáenz Peña se sancionó la Ley General de Elecciones (N° 8871), conocida popularmente como Ley Sáenz Peña. Esta ley, al garantizar el voto secreto, individual y obligatorio para todos los ciudadanos varones de la Argentina, democratizó la vida política: su aplicación permitió que fuera la voluntad de las mayorías la que decidiese qué gobierno conduciría el país.
Otra fuerza política moderna surgió en la provincia de Santa Fe en 1914: el Partido Demócrata Progresista, fundado por Lisandro de la Torre.
En 1916 se realizaron las primeras elecciones nacionales según la Ley Sáenz Peña, en las que triunfó la fórmula Hipólito Yrigoyen-Pelagio Luna. Con la Ley Sáenz Peña de 1912, y luego con la llegada de los radicales al gobierno del Estado, la democracia, entendida como participación de la ciudadanía en las elecciones de sus representantes, así como en las decisiones que el gobierno adopta, fue ampliándose al permitir que interviniesen en la vida política sectores sociales excluidos en la etapa anterior (1880-1916). Este proceso de inclusión política constituyó la ampliación de la democracia.


Los actores sociales

Partido Autonomista Nacional (PAN)
El  PAN  era  una  coalición  de  políticos  y  caudillos electorales. Fundado por Nicolás Avellaneda en 1874, se  formó  a  partir  de  una  alianza  entre  un  grupo  de gobernadores provinciales y dirigentes políticos bonaerenses. Permitió vincular a las oligarquías con el poder presidencial. Su primer triunfo electoral, en 1880, llevó al poder al general tucumano Julio Argentino Roca, figura  preponderante  de  la  república  conservadora oligárquica.  El  PAN  ganó  todas  las  elecciones  presidenciales hasta 1912.

Unión Cívica
La llamada Unión Cívica, conducida por Leandro N. Alem, fue el primer partido moderno del país. Estaba integrada por políticos opositores al PAN y se proponían luchar por “la pureza del sufragio y la moral administrativa”. Su organización interna estaba regida por un Comité Nacional, una Convención  Nacional  y  demás  Convenciones Provinciales. Reunió a los opositores del régimen conservador,  a  sectores  importantes  de  las  clases medias urbanas, hijos de inmigrantes, chacareros y sectores de la burguesía comercial. Durante los gobiernos oligárquicos, la Unión Cívica —luego Unión Cívica Radical— no participó de los comicios  y  encabezó  rebeliones  militares.  Justificaba esta  actitud  por  la  ausencia  de  una  democracia política efectiva, ya que la UCR proponía el sufragio secreto y universal.

Partido Socialista
El Partido Socialista argentino se fundó en 1896 y su impulsor fue Juan Bautista Justo. Se integraron a sus filas obreros urbanos, intelectuales, grupos de inmigrantes provenientes de Alemania, Italia, Francia. Pretendían  lograr  bancas  en  el  Congreso para impulsar la sanción de leyes sociales (jornada laboral de 8 horas, descanso semanal obligatorio,  etc.).  Sus  dirigentes  reivindicaban  el sufragio universal de hombres y mujeres y eran partidarios de la incorporación de la mujer a la vida política y de la educación gratuita, obligatoria  y  laica.  Los  principales  adherentes  del Partido  Socialista  eran  obreros,  pequeños comerciantes, grupos de empleados y profesionales de clase media. Su mayor apoyo político  se  concentraba  en  los  barrios de  la  Capital  Federal;  prueba  de  ello fue la elección de 1904 en la que consiguió el primer diputado del partido. Eran contrarios al anarquismo, defendían la nacionalidad y el patriotismo.

Anarquistas
En 1870 llegaron los primeros inmigrantes que difundieron las ideas anarquistas y trajeron sus prácticas sindicales. El anarquismo pretendía construir una sociedad sin Estado ni patrones ni Iglesia, un mundo en el que todos fueran iguales. No se proponían reformar el sistema político, estaban en contra de él. No aceptaban la adquisición de la nacionalidad, ni la escuela pública, mucho menos el sufragio y la  participación  en  el  gobierno. Para  difundir  sus  ideas  editaron periódicos y consideraban a la huelga “la base suprema de la lucha económica”  contra  sus  adversarios.  Sus principales adherentes eran los gremios obreros urbanos y los sectores más empobrecidos de la sociedad.

Las organizaciones sindicales
Las primeras organizaciones sindicales en nuestro país se formaron hacia 1890 y su número creció notablemente en la primera década del siglo XX. Desde 1890, hubo varios intentos para crear una federación obrera que agrupara a los diferentes gremios por actividad que se habían ido  formando  —carpinteros,  sombrereros,  tipógrafos,  ferroviarios,  por  ejemplo—,  pero todos fracasaron rápidamente, hasta que en 1901 se fundó la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), de tendencia anarquista. En 1902, los gremios de tendencia socialista se retiraron de la FORA y fundaron la Unión Sindical Argentina.

Sociedad Rural Argentina
Desde su fundación en 1866, la Sociedad Rural Argentina fue un club exclusivo para ganaderos […]. Limitado por un procedimiento de admisión secreta, el número de sus miembros fluctuaba entre 2.000 y 5.000, rondando en general los 2.500. La mayoría eran hombres de buena familia, que provenían de la tradicionalmente rica provincia de Buenos Aires […]. En general, la Sociedad Rural poseía un poder enorme. Cinco de los nueve presidentes que gobernaron al país desde 1910hasta 1943 pertenecieron a ella; o sea más de la mitad de los jefes del Poder Ejecutivo.
P. Smith, “Los radicales argentinos y la defensa de los intereses ganaderos, 1916-1930”, en M. Giménez Zapiola (comp.), El régimen oligárquico, Buenos Aires, Amorrortu, 1975.

Los que no tenían voz
En las zonas rurales existían gauchos sin trabajo, peones de campo, comadronas, troperos de carretas, que debido a las circunstancias y condiciones de vida no constituyeron un grupo social homogéneo. En ocasiones se sintieron desplazados por los inmigrantes que tenían medianamente aseguradas ciertas facilidades de las que carecieron los restantes pobladores rurales hasta mediados del siglo pasado. Los cambios que  el  modelo  agroexportador  produjo  en  el  campo  no  redundaron  en beneficios para estos sectores más desprotegidos, ya que persistieron las míseras condiciones de vida, los sueldos mezquinos, la vivienda inadecuada y no participaron de las enormes ganancias que les reportó a los estancieros la exportación de productos agropecuarios. Esas condiciones de vida dificultaron la integración al modelo político y económico, lo que derivó en una escasa o nula participación en la actividad política del país.

Los comicios, antes y después de la ley electoral
Hacia el año 1910 se hizo evidente que distintos actores sociales que componían la sociedad argentina comenzaban a manifestar públicamente sus disidencias, por ejemplo, respecto a la forma en que se realizaban los comicios electorales. Muchas voces, aún del mismo partido gobernante, el PAN, realizaron denuncias de “fraude”. El régimen oligárquico fue perdiendo legitimidad y dentro de la clase gobernante comenzaron a surgir distintas posiciones sobre cuál debía ser la respuesta del gobierno ante los reclamos de gran parte de la sociedad argentina. Finalmente, en 1912, durante la presidencia de Roque Sáenz Peña, se dictó una ley que modificó las prácticas electorales vigentes hasta el momento.
Llaves: La Ley Sáenz Peña

La ley 8.871, conocida como Ley General de Elecciones  o  Ley  Sáenz  Peña,  establecía  que  el  voto sería universal, secreto y obligatorio. Universal significaba que todos los ciudadanos podían votar. Sin embargo, mucha gente no entraba en esta categoría. En realidad, los que podían votar eran los argentinos varones y mayores de edad. Los extranjeros —que eran muchísimos  entre  los  varones  adultos—  no podían  votar  si  antes  no  se  nacionalizaban,  y tampoco  votaban  las  mujeres.  Pero  si  eran  varones, adultos y argentinos, aunque fuesen muy pobres o analfabetos, podían y debían votar. La ley establecía, además, que el voto era secreto, de modo que cada uno podría decidir por sí mismo en el momento de votar y no según lo que ordenara el caudillo del lugar.
Por otra parte, iba a haber un padrón electoral, es decir, una lista de personas que podía y debía votar, y que se iba a hacer sobre la base del padrón militar, para evitar trampas. De esta manera sólo habría un voto por persona, no como antes, cuando a algunos los mandaban a votar veinte o treinta veces para lograr que cierto candidato “ganara” la elección.
Los  dirigentes  conservadores  estaban  convencidos  de  que recibirían el apoyo masivo de la población. De modo que con la Ley Sáenz Peña se presentaron a las elecciones de 1912 con bastante confianza. Y hubo algunas sorpresas. Los conservadores ganaron en la mayoría de las provincias. En Santa Fe y Buenos Aires, sin embargo, ganaron los radicales. Y los socialistas obtuvieron el segundo lugar. 

Lilia Ana Bertoni y Luis Alberto Romero, Los tiempos de Yrigoyen, Buenos Aires, La Página (adaptación).


La organización del modelo agroexportador
Cuando comenzó a organizarse nuestro país, los dirigentes políticos tenían entre sus prioridades la planificación de la economía. El Estado Nacional sólo podría sostenerse si se lograba desarrollar la producción y se aseguraban mercados para los productos agrícolas.
A partir de 1880, la dirigencia política nacional se propuso insertar a la Argentina en el  mercado capitalista mundial impuesto por los países desarrollados mediante la división internacional del trabajo.
La organización económica de nuestro país comenzó a centrarse en la producción y exportación de materias primas, especialmente alimentos.
El modelo económico social característico de aquel proceso de inserción se denomina agroexportador e impactó en la formación de la sociedad argentina entre los años 1880 y 1930, porque el sector social dedicado a la agricultura y la ganadería se transformó en el más importante, puesto que se convirtió en el  factor  dinámico  del  desarrollo  económico  durante  este  período.  Para  desarrollar  este  modelo  fue imprescindible atraer inversiones de capitales extranjeros y fomentar la inmigración.  
La adopción del modelo agroexportador por parte de la República Argentina requería, entre otros factores, aumentar la superficie de tierras dedicadas a las tareas agrícolas y mejorar las condiciones de producción para poder ofrecer al mercado mundial los productos que exigía.
Con la ocupación de los territorios de la Patagonia y luego del Chaco, el Estado Nacional alcanzó simultáneamente  dos  objetivos:  incorporar  nuevas  tierras  para  la  producción  agrícola  e  integrar definitivamente el país. Este fue un proceso que llevó largo tiempo y que planteó un nuevo requisito,  indispensable  para  el  desarrollo  económico:  poblar  un  país  que,  a  pesar  de  ser  tan  extenso, tenía una marcada escasez de población. Para ello, el gobierno decidió continuar con la promoción de las políticas de inmigración.
Así,  entre  1850  y  1914,  la  sociedad  argentina  se  vio  profundamente  conmovida  por  el  arribo  de corrientes inmigratorias procedentes de Europa. Llegaron millones de personas con idiomas y costumbres diferentes que se entremezclaron  con  las  que  ya  estaban, creando  así  un  mosaico  de diversidades culturales.
En 1884 se crearon “territorios nacionales” en las zonas apropiadas a los indígenas. Dependían del gobierno nacional y tenían una fuerte presencia militar, ya que los países vecinos y los indígenas eran vistos por quienes gobernaban en aquel momento como una amenaza a la soberanía de la Nación.


ARGENTINA DURANTE LOS GOBIERNOS RADICALES

PRIMERA PRESIDENCIA DE YRIGOYEN (1916-1922)

En 1916, y como consecuencia de la Ley Sáenz Peña, la Unión Cívica Radical  (UCR) llega al poder luego de décadas de ser un partido opositor a los gobiernos conservadores oligárquicos. El primer presidente radical fue Hipólito Yrigoyen.
Yrigoyen asumió en una situación de debilidad política porque no tenía mayoría en el Congreso y muchas provincias continuaban gobernadas por la oposición conservadora, que también controlaba la Corte Suprema de Justicia y los grandes diarios. Utilizó el mecanismo de la intervención federal (recurso constitucional por el cual el gobierno nacional se hace cargo total o parcialmente de los gobiernos provinciales en casos que así lo requieran) a fin de asegurar en las provincias los triunfos electorales de su partido.
Con el radicalismo estuvieron representados en el gobierno los nuevos sectores sociales, las clases medias, los hijos de los inmigrantes y también algunos miembros de la elite, quienes pretendían que el radicalismo no se apartara del orden económico y social tradicional, que incluía una privilegiada relación con Gran Bretaña.
Con la finalidad de mantener y/o ampliar sus bases de apoyo electoral Yrigoyen recurrió al patronazgo, es decir al uso del empleo público con fines "clientelísticos". Los principales beneficiarios de esta política fueron los sectores medios de Buenos Aires y de otras importantes ciudades del Litoral. Esta política generó expansión del empleo y en consecuencia del gasto público que le ocasionaron críticas aún dentro del propio radicalismo.
Uno de los principales objetivos del gobierno yrigoyenista fue consolidar y expandir la economía agroexportadora que venían sustentando los gobiernos conservadores. Pero además, el gobierno radical se proponía modificar la distribución de la riqueza a favor de los sectores sociales que hasta entonces no habían sido beneficiados por el modelo económico: por ejemplo, los profesionales y los obreros urbanos, quienes se transformarán en el principal apoyo del presidente a la hora de votar.
 El estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914  y sus efectos en la economía internacional dificultó que se cumplieran esos objetivos. El  gobierno  argentino  mantuvo  una  política  de neutralidad frente al conflicto. Es decir, sostuvo la postura de no intervenir en apoyo de ninguno de los dos bloques enfrentados. Por una parte, esta decisión significaba para el gobierno sostener la independencia política de la Argentina en relación con las grandes potencias. Por otra parte, permitía al país continuar con las exportaciones tradicionales hacia Europa, y sobre todo, hacia Gran Bretaña.
Mientras, los E.E.U.U., de acuerdo con su política de expansión comercial sobre Latinoamérica, presionaban al gobierno argentino para que abandonara esta posición y se alineara bajo su influencia. Yrigoyen resistió las presiones del presidente norteamericano. Además de la política de neutralidad con respecto a la guerra, su política exterior tuvo ciertos rasgos de autonomía, en la medida en que esta no afectara la relación con Gran Bretaña.
Entre 1913 y 1917, la economía argentina vivió una depresión originada por la interrupción de las exportaciones a los países industrializados y por la disminución de las importaciones de esos países: en esos años se generalizó el desempleo entre los sectores obreros vinculados con la exportación. Se inicia así un período  de lucha entre estos sectores y los patronales, donde el Estado actuará como mediador o como represor (Semana Trágica y huelgas en Santa Cruz).  Cuando a partir de 1918 y hasta 1921 comenzó un  período  de  auge  —originado  por  la  creciente  demanda  de  los  productos  de  exportación argentinos—, los terratenientes exportadores se beneficiaron gracias al mayor precio que alcanzaron sus productos y, como contrapartida, se perjudicaron los trabajadores urbanos.
La  superficie  destinada  a  la  producción  agrícola  en  la  zona  pampeana  no  sufrió  cambios, entre otras cosas porque no había más tierras aptas para la producción de cereal disponibles. Los precios de la tierra subieron, así como el valor de los alquileres, lo cual complicaba la situación de los arrendatarios. [...] Fuera del área pampeana, nuevas áreas pertenecientes a los “territorios nacionales” sirvieron para el desarrollo de emprendimientos de colonización, impulsados por el Estado, para explotar otros cultivos, como la yerba mate en Misiones, las frutas en Río Negro y el algodón en el Chaco.
Entre 1914 y 1933, la industria surgió como un importante sector de la economía argentina. La  Primera  Guerra  Mundial  perjudicó  a  las  industrias  relacionadas  con  el  capital  extranjero, especialmente a los ferrocarriles y otros servicios, y a muchas empresas de carácter casi artesanal. Pero por otra parte, se originó un proceso de concentración entre las industrias que fabricaban productos que sustituían los bienes importados destinados al mercado interno.
La guerra fue el estímulo que impulsó un lento proceso de sustitución de importaciones. El desarrollo industrial después de la guerra no fue uniforme y la importancia relativa de las diferentes ramas cambió considerablemente. Las industrias relacionadas con el sector exportador, sobre todo los frigoríficos, crecieron rápidamente, mientras que fue más lento el crecimiento de la producción de alimentos y bebidas para abastecer al mercado local. El desarrollo de la industria textil permaneció relativamente constante hasta 1926, cuando se aumentaron los derechos que debían pagar las importaciones  textiles.  La  industria  metalúrgica,  en  cambio, creció rápidamente, ya que empresarios importadores de pro-ductos  metalúrgicos  europeos  comenzaron  a  desarrollar  sus industrias locales, en una primera etapa, como complemento de su negocio de importación.
Además, en contraste con la ofensiva que había llevado a cabo el capital extranjero en el país durante el período de los gobiernos conservadores, Yrigoyen afirmó los principios del nacionalismo económico y la necesidad urgente de defender el patrimonio nacional. Este pensamiento lo llevó a preocuparse por la explotación de los yacimientos petrolíferos, a través de un sistema que debía otorgarle al Estado el monopolio de su explotación y comercialización.
Por otra parte tanto Yrigoyen como muchos hombres de su partido estaban convencidos de la necesidad de acrecentar la injerencia del Estado en la vida económica.
La frustrada política de nacionalizaciones también incluyó a los ferrocarriles. En este caso, una serie de decretos estuvieron dirigidos a lograr el control de las tarifas, finalizar las concesiones con plazos vencidos y a que el Estado controlara las tarifas ferroviarias. También se proyectó la extensión de la red ferroviaria para unir las líneas del norte con el ferrocarril chileno, con el propósito de dar salida al Pacífico a la producción del norte y del noroeste.


SEGUNDA PRESIDENCIA DE YRIGOYEN (1928-1930)

En 1928 el radicalismo concurrió dividido a los comicios. Yrigoyen arrasó electoralmente a sus adversarios y retornó a la presidencia a la edad de 76 años. Su breve gestión se desarrollaría dentro de un panorama económico mundial muy complicado y desfavorable para nuestro país.
A pesar de este contexto, el gobierno radical intentó una política tendiente a mantener el apoyo popular. Impulsó la legislación petrolera, procurando establecer el control del Estado sobre la explotación de esta fuente de energía. Este proyecto, ya frustrado en su primer período presidencial, fue rechazado por un Senado con mayoría opositora (conservadores, antipersonalistas) y cuestionado por las empresas petroleras inglesas y norteamericanas.
Cuando en 1929 se desencadenó una crisis económica en Estados Unidos, rápidamente se expandió hacia el resto del mundo y se interrumpió el período de prosperidad de la década del veinte. Esta crisis, desatada en Wall Street (centro financiero de Nueva York), afectó también profundamente a la Argentina.
Los ingresos aduaneros, principal fuente de recaudación del Estado, bajaron notablemente; quebraron empresas y bancos; se redujeron los precios de nuestros productos exportables y aumentaron los precios de artículos importados. La crisis produjo desocupación, caída de los salarios y miseria generalizada.
En este contexto, la oposición reclamó la caída del gobierno. Para algunos de estos sectores, la salida estaba en la intervención militar y en el establecimiento de un gobierno autoritario como el de Mussolini en Italia. La situación internacional y sus efectos en nuestro país tuvieron repercusión no sólo en la economía sino también en el aspecto político. La tradicional oligarquía comenzó a conspirar con los sectores nacionalistas y las Fuerzas Armadas. Según estos sectores, Yrigoyen no tenía capacidad para afrontar la crisis ni para defender los intereses nacionales. Pensaban que el caudillo radical no iba a tomar las medidas de disminución del gasto público que ellos consideraban adecuadas, y, en suma, procuraban asegurarse todos los resortes del poder para aplicar un modelo económico que los tuviera como únicos beneficiarios.
El 6 de septiembre de 1930 el general José Félix Uriburu, al frente de un grupo militar, encabezó el primer golpe de Estado de la vida política argentina al derrocar por la fuerza al Presidente constitucional, Hipólito Yrigoyen.



LA ARGENTINA ENTRE GOLPE Y GOLPE (1930-1943)

En 1930 se produce en Argentina el primer golpe de estado protagonizado por las Fuerzas Armadas. El golpe cívico-militar del 30 de septiembre  encabezado por los generales José Uriburu y Agustín Justo derrocó al segundo gobierno de Hipólito Yrigoyen  evidenció las debilidades  del sistema político democrático iniciado en 1912 con la Ley Sáenz Peña. La oligarquía retomó el poder del Estado y el Ejército se situó en la cúpula del poder como un nuevo actor social.
La Gran Depresión, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, fueron el escenario mundial que acogió este período de nuestra historia abierto por el derrocamiento de Yrigoyen, caracterizado por el fraude electoral, la  represión  a  los  opositores  y  la  corrupción generalizada.  También suele denominarse a este período “Década Infame” especialmente por la implantación  de  un  sistema  fraudulento de elecciones de autoridades.
El país llegó al año 1930 en medio de una situación muy difícil. Los sectores económicos y políticos de los diferentes partidos, los medios periodísticos y algunos  grupos  estudiantiles  llevaban  a  cabo  una intensa campaña contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen, quien finalmente renunció a su cargo.

Los gobiernos conservadores

Con el derrocamiento del presidente Yrigoyen, en septiembre de 1930, el general Félix Uriburu accedió al gobierno. Los hombres que lo acompañaron sostuvieron  ideas  nacionalistas,  elitistas,  antidemocráticas, antiliberales y anticomunistas. Defendieron las tradiciones culturales del pasado colonial español como raíces de nuestra nacionalidad.
Sobre estas bases pretendieron fundar un sistema político autoritario, y para llevarlo a la práctica se propusieron inicialmente no llamar a elecciones, suprimir los partidos políticos y reformar la Constitución. Con esta reforma Uriburu apuntaba a la instauración de un sistema corporativista, inspirado en el modelo fascista italiano.
El proyecto autoritario y corporativo de Uriburu no fue compartido por la mayoría de los sectores dominantes. Las clases dirigentes prefirieron regresara la democracia, aunque a una democracia sólo formal, con gobiernos sustentados en el fraude tantas veces  practicado  antes  de  la  sanción  de  la  Ley Sáenz Peña.
Sin apoyos políticos y con serias dificultades económicas, Uriburu decidió retirarse del poder a través de una convocatoria a elecciones. En febrero de 1932, el general Agustín P. Justo, de tendencia conservadora, asumió la presidencia de la Nación mediante fraudulentas elecciones de noviembre de 1931.
En medio de trampas y hechos de violencia, durante la sucesión de gobiernos conservadores de la década, el fraude cobró dimensiones escandalosas. Se secuestraban libretas, se agredía o expulsaba a los fiscales de la oposición, se falsificaban las actas, se sustituían las urnas, se instaba a los ciudadanos a retirarse con el argumento de que ya habían votado. Otra maniobra muy utilizada fue la de hacer votar "hasta a los muertos", es decir, dar validez al voto ilegítimo utilizando las libretas de personas ya fallecidas.
Cuadro de texto: ) El retorno al gobierno de los sectores oligárquicos que  lo  habían  controlado  antes  de  1916  inició  la etapa llamada "Restauración Conservadora". Este grupo impuso su voluntad durante el resto de la década del ’30 bajo la consigna de combatir la "corrupción" y la "demagogia" que, según ellos, era propias de los yrigoyenistas.
La grosera utilización del fraude, los numerosos negociados y la corrupción reinante llevaron a calificara todo este período como "La Década Infame".
Los negociados de las empresas británicas contribuyeron a la consolidación de distintas corrientes nacionalistas anti-imperialistas que tuvieron fuerte incidencia política en el país. En 1937, el régimen conservador basado en el fraude aseguró su continuidad con el triunfo de la fórmula Roberto M. Ortiz-Ramón Castillo.




LAS CARACTERÍSTICAS DEL PROCESO INDUSTRIAL.

En la década del veinte, durante la presidencia de Alvear (1822-1828), la introducción de capitales extranjeros en la industria local había permitido fijar las bases de actividades no relacionadas exclusivamente con la producción primaria. En ese período se instalaron en el país empresas de origen fundamentalmente norteamericano, que cumplieron un papel de gran  importancia al convertirse en las precursoras de la industrialización de la década del treinta.
Los grandes capitales, vinculados hasta entonces en forma predominante con las actividades agropecuarias para la exportación, acentuaron su orientación hacia la industria. Creció la textil, pero también la mayoría de las actividades volcadas al consumo: alimentos, confecciones y productos químicos y metálicos diversos.
La industria textil, de notorio crecimiento, ocupó un papel destacado en este proceso. El sector debió su expansión, en gran medida, a los capitales estadounidenses, que también se instalaron en rubros relacionados con neumáticos, electrodomésticos, productos farmacéuticos, químicos, etc.
Si bien la crisis de 1929 dio lugar a un nuevo esquema  económico,  éste  presentó  algunas  continuidades respecto del esquema agroexportador. Por una parte el sector favorecido por la intervención estatal siguió siendo el terrateniente, en función de cuyos intereses  se  seguía  gobernando.  Por  otra  parte,  el desarrollo industrial argentino de este período reforzó la concentración productiva y demográfica característica de la etapa anterior a 1930: Buenos Aires, el Gran Buenos Aires y el Litoral agruparon más de la mitad del total de los establecimientos industriales y más del 70% de los obreros ocupados.
La aceleración del desarrollo industrial, hacia 1935, llevó a la creación de nuevos puestos de trabajo, con  lo  que  disminuyó  la  grave  desocupación  de principios de la década (que afectaba tanto a las zonas rurales como a las urbanas) y aumentó la capacidad de consumo de amplios sectores de la población,  esto  es,  se  produjo  una  ampliación  del mercado interno.
La mayor cantidad de puestos de trabajo creados a partir del crecimiento industrial absorbió parte de la mano de obra desocupada de la ciudad y estimuló la afluencia de numerosos trabajadores rurales. Este proceso de desplazamiento de grandes cantidades de personas del campo hacia las ciudades  se  conoce  con  el  nombre  de  migraciones i n t e r n a s. Éstas provocaron importantes consecuencias demográficas, sociales, culturales y políticas. Aumentó espectacularmente la población de algunas  ciudades,  en especial  Buenos Aires y Rosario.
Con el tiempo, la afluencia de nuevos habitantes urbanos se extendió hacia diferentes zonas de la Capital y sus suburbios, dando origen a la formación  del  Gran  Buenos  Aires  (La  Matanza,  Quilmes,  Lanús,  San  Martín,  Morón).  Como  consecuencia  de  las  migraciones  internas  se  produjo un "choque cultural" entre los habitantes de la Capital  y  los  recién  llegados  del  interior,  llamados despectivamente  "cabecitas  negras"  y  marginados por el color de su piel y por sus costumbres. Excluidos  cultural y políticamente, sus  lazos con los sectores medios y altos de la Capital se produjeron  sobre  todo  a  través  de  vínculos  laborales(en su mayoría, eran empleados como obreros de fábrica o servicio doméstico).
Cuadro de texto: Industria liviana: tipo de industria no excesivamente costosa orientada a la producción de artí-culos destinados al consumo. Se diferencia de la"industria pesada" o "de base", que requiere parasu funcionamiento inversiones mucho mayores,no rentables a corto plazo. De esta última sonejemplos la industria siderúrgica (la del acero)La importancia de este sector trabajador nativo no fue tenida en cuenta por el resto de la sociedad. La total indiferencia frente a sus necesidades y reclamos caracterizó a los gobiernos de la década. El intervencionismo estatal en la economía no supuso un intervencionismo equivalente en lo social, con leyes de protección al trabajo. En la década del cuarenta, estos nuevos habitantes de la ciudad, establecidos en virtud de una actividad industrial que les daba empleo pero los condenaba a vivir en los márgenes de la sociedad, serían la base social del naciente peronismo.

Los nacionalismos argentinos

Las ideas de los sistemas totalitarios (fascismo italiano, nazismo alemán), tuvieron influencia entre ciertos grupos nacionalistas que ya existían desde los años veinte en nuestro país. Estos  sectores  criticaron  los  negociados  y  la  corrupción y cuestionaron la política económica del gobierno durante el período de la restauración con-servadora. Lo consideraban cómplice en la entrega de las riquezas nacionales al capital extranjero, y en especial al británico, como lo demostraban los términos del Tratado Roca-Runciman. Se puede diferenciar entre el nacionalismo "elitista", que sostenía ideas totalitarias en favor de las clases dirigentes, del nacionalismo "popular", de origen radical. Las ideas nacionalistas ejercieron desde siempre gran  influencia  en  algunos  sectores  del  Ejército argentino.
Hacia 1943, la situación social de la Argentina era muy agitada. La Segunda Guerra Mundial enfrentaba a los simpatizantes del Eje y a los aliados. La situación del presidente Castillo en este sentido era muy difícil, porque la opinión pública y los partidos políticos tenían posiciones divididas. Esto generaba una situación de inestabilidad en el gobierno. En medio de esta situación, el 4 de junio de 1943 se produce otro golpe militar que se sumará a la larga lista de interrupciones democráticas que sufrió nuestro país.

GOLPE DE ESTADO DE 1943

Los sectores nacionalistas nucleados en el Ejército temieron tanto el posible triunfo de la Unión Democrática como el del candidato avalado por Castillo. Temían que en cualquier caso se produjera, junto con el alineamiento de la Argentina en el bando aliado, la continuación de las políticas liberales de dependencia económica respecto del capital extranjero. Por otra parte, la posible presencia de socialistas y comunistas en el Parlamento resultaba intolerable para los nacionalistas.
A fines de 1943 se realizarían elecciones, de modo que era un año clave. Si el Ejército quería evitar el triunfo de Patrón Costas (candidato de Castillo) o el de la Unión Democrática debía actuar a tiempo: el 4 de junio ejecutó un golpe de Estado por el cual depuso a Castillo y cerró el Parlamento. El general Rawson asumió la presidencia, aunque por pocos días; lo sucedieron los generales Pedro P. Ramírez y Edelmiro Farrell.

EL PERONISMO: LA DEMOCRACIA DE MASAS (1943-1955)

Entre los participantes del golpe de Estado del 4 de junio de 1943 surgieron diferencias en torno a la actitud que debía tomar el gobierno frente al próximo desenlace de la Segunda Guerra Mundial y a los conflictos sociales que se desarrollaban en el país. Estos desacuerdos provocaron que el mismo día que debía asumir el general Arturo Rawson como presidente no pudiera hacerlo y fuera reemplazado en el cargo por el general Pedro Ramírez.
Cuadro de texto: Glosario:
Una revolución implica una profunda transformación, a veces violenta, en el orden político, económico y social encabezado por un amplio sector de la sociedad. Los militares que encabezaron el golpe de Estado de junio del 1943 lo denominaron revolución, aunque muchos historiadores cuestionan el uso del término en este caso.Con la llegada de Ramírez a la presidencia comenzó a tener mayor influencia en el gobierno un grupo de oficiales jóvenes que formaban parte de una logia secreta conocida con el nombre  de  GOU  (Grupo  de  Oficiales  Unidos).  Los  integrantes  del  GOU  eran  partidarios  de continuar la política de neutralidad que sostenía la Argentina respecto a la Segunda Guerra Mundial  y  concibieron  a  la  revolución  que  protagonizaban  como  una  oportunidad  para reorganizar las bases institucionales del país.
Entre los integrantes del GOU se encontraba Juan Domingo Perón, que comenzó a destacarse luego de ser designado director del Departamento Nacional del Trabajo en octubre 1943. Unos meses después, el Departamento fue elevado de categoría y se transformó así en la Secretaría de Trabajo y Previsión. De esta manera, Perón se convirtió en secretario de Estado  comenzando a desarrollar una intensa tarea destinada a captar la voluntad política de los sectores asalariados.
Desde este organismo tomó viejos proyectos de legisladores socialistas, que nunca habían logrado ser aprobados en el Congreso, y los convirtió en ley a través de decretos-leyes del gobierno militar. Con su intervención personal en la obtención de estas notables conquistas para los asalariados, ganó el apoyo de amplios sectores del movimiento obrero.
Con el apoyo de las estructuras del gobierno, Perón llevó adelante su política sindical. Su estrategia combinaba métodos de concesión, negociación y represión, según los casos. Logró así el alejamiento de los dirigentes de izquierda de los sindicatos y la adhesión de la mayoría de la clase trabajadora.
Al tiempo que se aseguraba el apoyo de los sectores obreros, convenció a los dirigentes del gobierno y a los empresarios de las ventajas de encarar un plan político basado en una "alianza de clases". Insistió en que después de la Guerra la Argentina debería aumentar el nivel de consumo interno porque, naturalmente, bajarían las ventas hacia el exterior y el país contaría con menos divisas para importar productos elaborados.
Cuadro de texto: La adhesión o el rechazo a la intervención estatal por parte de los sectores que componían el mundo del trabajo, estuvo relacionada con la forma en que cada uno de ellos sintió afectados sus intereses y sus derechos tanto por la nueva política salarial, como por el control que se comenzó a ejercer con la nueva legislación laboral.Sus propuestas económicas se basaban en el keynesianismo imperante en la época, y planteaban que para aumentar la producción y el consumo era necesario apoyar a los empresarios nacionales y aumentar los sueldos de los trabajadores. La "alianza de clases" sería, entonces, una alianza entre los dueños de las fábricas y los obreros, unidos por intereses comunes. En efecto, a ambos sectores los favorecía un aumento de la producción y la intervención del Estado en beneficio de la industria nacional. A través de su accionar Perón logró una rápida y extraordinaria popularidad. Sin dejar de provocar oposición.
Para restarles fuerza a las voces disidentes en el campo sindical, Perón apoyó la creación de sindicatos paralelos, favorecidos por el gobierno con importantes ventajas económicas.
En 1944, el general Farrell desplazó de la presidencia al general Ramírez y nombró a Perón Ministro de Guerra y Vicepresidente de la Nación.
Algunos de los sectores militares veían con preocupación la creciente influencia del Coronel, y algunas organizaciones gremiales estaban en desacuerdo con la injerencia de Perón en sus asuntos internos.
El nuevo rol del Estado en el mundo del trabajo no despertó adhesiones unánimes en todos los sectores involucrados. Si bien en un principio los sectores importantes como la Sociedad Rural Argentina, la Unión Industrial Argentina, la Cámara Argentina de Comercio, la Bolsa de Comercio, entre otros, se mostraron indecisos frente a la nueva política estatal, en la medida que esta avanzó regulando el mundo del trabajo, se fue convirtiendo en el núcleo de la oposición al gobierno, mientras que el sector de los trabajadores comenzó a adherir a la nueva política y —sobre todo— a la figura del entonces coronel Perón.
A pesar del apoyo de los trabajadores, Perón se fue convirtiendo en el centro de las críticas opositoras. Las medidas que fue tomando desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social molestaron a algunos sectores del poder. En octubre de 1945 fue obligado a renunciar a sus cargos y trasladado a la isla Martín García como detenido. Frente a este hecho, gran parte de los trabajadores  se  movilizó  pues  temió  perder  los  derechos adquiridos en los últimos tiempos. Como consecuencia, el 17 de octubre de 1945 se produjeron en todo el país diversas concentraciones de trabajadores que marcharon desde los suburbios hacia las principales ciudades. En Buenos Aires, se reunieron en la histórica Plaza de Mayo. Después de varias horas de negociaciones, el gobierno liberó a Perón, quien por la noche se dirigió a los manifestantes concentrados en la Plaza desde los balcones de la Casa Rosada con los brazos en alto ante sus partidarios. Esta escena se repetiría en el futuro como símbolo de su poder de comunicación con las masas. La figura de Perón se había impuesto y ya ocupaba un lugar irreemplazable en la política nacional. La liberación de Perón abrió una etapa en la historia del país caracterizada por la plena integración de la clase obrera a la participación política.
Pocos días después, ocurrieron dos hechos significativos para la historia del peronismo y del país. Los sindicatos partidarios de Perón lanzaron su candidatura presidencial al frente del recién creado Partido Laborista y Perón se casó con Eva Duarte. La oposición constituyó un frente electoral denominado "Unión Democrática". Allí se agruparon los conservadores, la UCR, el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresista y el Partido Comunista La campaña electoral dividió en dos a la sociedad argentina.
A la Unión Democrática la apoyaron la Sociedad Rural, la Unión Industrial, la Bolsa de Comercio y S. Braden, el embajador de los EE.UU. Perón contaba con el apoyo de algunos sectores militares, sindicales y parte del empresariado nacional vinculado con la industria y también con el de gran parte de la Iglesia Católica. Debe tenerse en cuenta que para algunos sectores de la Iglesia Perón era visto como un freno a las ideas ateas del comunismo.
En febrero de 1946 se llevaron a cabo las primeras elecciones sin fraude desde 1928, en las que triunfó la fórmula Perón-Quijano (este último, dirigente de origen radical). Gracias a la amplitud de la victoria, el nuevo gobierno contaba con casi los dos tercios de la Cámara de Diputados, la mayoría de los puestos del Senado y las gobernaciones provinciales.

La verticalización política y sindical

Los sindicatos, bases del Partido Laborista, fueron decisivos para el triunfo electoral de Perón. Posteriormente Perón se preocupó por el grado de autonomía y las posibles exigencias del partido y de la C.G.T. En consecuencia, disolvió el Partido Laborista y destituyó al Secretario General de la CGT, que fue acusado de complicidad con el "imperialismo yanqui". A fines de 1947, los gremios que habían apoyado la candidatura de Perón formaron el Partido Peronista.
El fomento de la sindicalización y la legalización de los derechos del trabajador durante este período fueron fundamentales para la incorporación de la clase obrera a la política nacional

La política económica: el Estado empresario

La política del peronismo estuvo orientada a lograr la independencia económica y la soberanía política a partir de una economía autosuficiente. A tal fin se procuró reducir la propiedad extranjera de los servicios públicos. Se completó y profundizó el proceso de intervención estatal que había comenzado en 1932 con el agregado fundamental de una profunda intervención en lo social que al aumentar el consumo fortaleciera el mercado interno.
 Los objetivos principales del Primer Plan Quinquenal (1947-1951) fueron nacionalizar los servicios públicos y las fuentes de energía, fomentar la industria liviana y estimular el mercado interno a partir de la redistribución de la riqueza en favor de los asalariados. No se le daba una particular importancia a la agricultura.
La falta de capitales y el tipo de industrias existentes no favorecieron el desarrollo de la industria pesada, por ejemplo la de maquinarias.
Entre 1948 y 1949, muchos de los objetivos del Plan se cumplieron: el Estado adquirió importantes empresas de servicios, como los ferrocarriles y la Unión Telefónica, y aumentaron los índices de producción industrial. Bajo la política proteccionista estatal surgieron fábricas de heladeras, motonetas, cocinas, radios, máquinas de coser, de productos textiles y de vestimenta, todos destinados al consumo masivo. El aumento del poder adquisitivo de todos los sectores trabajadores, en especial de los más humildes, permitieron lograr un mayor nivel de consumo, en cantidad y calidad.
Paralelamente, el Estado peronista asumió el papel de "Estado empresario". De acuerdo con una tendencia mundial en este sentido, desde el gobierno se emprendió una importante política de estatizaciones, entre la que se cuenta la estatización de la empresa norteamericana de teléfonos.
El caso más famoso de la compra de empresas fue el de los ferrocarriles. Hacía tiempo que los británicos querían deshacerse de la poca rentable red ferroviaria argentina.
Finalmente, la operación se concretó en 1947. El hecho fue presentado por el gobierno como un triunfo de la soberanía nacional y tuvo características de fiesta popular. Aunque muchos no la consideraron un buen negocio, la estatización de los ferrocarriles benefició a los usuarios y a los productores nacionales con rebajas en las tarifas de pasajeros y en los fletes. Además, la empresa se convirtió también en una fuente de empleos públicos.
También con recursos estatales se crearon Aerolíneas Argentinas, Gas del Estado y se produjo la expansión de YPF en el mercado nacional.

La significación del peronismo

En Argentina, el surgimiento del peronismo ocurrió en plena crisis de la modelo de país basado en la economía agro exportadora.
El sector social y político –elite conservadora– que se hizo cargo del gobierno en esa etapa no podía llevar adelante la transformación económica y social necesaria para ampliar la participación popular en el consumo de bienes y en la vida política. Había en el país grandes sectores de población que no eran tenidos en cuenta, y Perón supo reconocer su existencia. Líder indiscutido del movimiento peronista, hizo de la lealtad a su figura uno de los principales elementos de unión entre sus seguidores. Manifestaba en sus frecuentes discursos las ideas que sustentaban su acción política. En conjunto, constituían la doctrina por él llamada "justicialismo".
Perón exponía sus ideas de manera sencilla, enérgica y conmovedora, con ejemplos concretos. De esta forma, todo el pueblo podía comprenderlo y recibía sus mensajes bajo un fuerte impacto emocional. Sintetizó su mensaje político en las "tres banderas del justicialismo": independencia económica, justicia social y soberanía política".
Desde sus inicios, una constante acción de propaganda desde el Estado y la realización de actos públicos masivos, con símbolos partidarios, fortalecieron la construcción del movimiento justicialista. Estos "mecanismos de identificación": representaban y confirmaban una y otra vez la idea de unidad entre pueblo y líder.
El 1° de Mayo, Día del Trabajador, y el 17 de Octubre, Día de la Lealtad Peronista se realizaban los actos más significativos en la plaza de Mayo. Eran días de fiesta. Cuando Perón aparecía con los brazos en alto en el balcón de "la Rosada" o cuando hacía una pausa en sus discursos, la multitud festejaba con ovaciones y cantando la Marcha peronista al ritmo de golpes de bombo. Para sostener la unidad del movimiento, tanto la radio como más tarde la televisión (ambas en poder del Estado) dedicaron gran parte de sus espacios a la publicidad en favor del gobierno y sus acciones y a dejar claro el papel de los opositores como representantes del "antipueblo". Asimismo, los textos escolares destacaban las figuras de Perón y su esposa Evita e incluían temas referidos a los logros del gobierno en materia social y económica. Estas formas de control sobre la vida social y política fueron posibles, además, gracias a la marcada influencia del Poder Ejecutivo sobre el resto de los poderes del Estado. Por estas características del gobierno, los críticos del peronismo llegaron a calificarlo de gobierno "autoritario", y hasta de "dictadura".
 El distanciamiento entre una parte de la población y las autoridades estuvo relacionado tanto con la diversidad de intereses, como con lo que algunos historiadores denominaron la intención del gobierno de “peronizar” a la sociedad, es decir, la intención de convertir a la ideología peronista en una ideología con la que se identificaran todos los argentinos o, al menos, la mayoría. Según algunos historiadores, la intención de “peronizar” a la sociedad, llevó al gobierno a rechazar algunas opiniones opositoras provenientes del ámbito intelectual o periodístico.
La relación entre el Estado peronista y las clases medias fue muy conflictiva. Aunque muchos de sus integrantes habían progresado en el plano económico, la valoración que realizaban del peronismo era negativa. [...]Para estos sectores de la sociedad, la situación de malestar aumentó a partir de algunas medidas tomadas por el gobierno: el uso obligatorio del distintivo partidario, la propaganda oficial a través de la radio y de los libros escolares, la afiliación obligatoria al Partido Peronista para conservar un puesto público, la monumentalidad de los actos oficiales y los nombres de Perón y Evita en innumerables edificios  públicos  e  instituciones,  convirtieron  al  estado  peronista  en  una  presencia  agobiante.  La mayoría de ellos depositó sus expectativas de cambio en la acción opositora de los partidos políticos, la Unión Cívica Radical sobre todo y, más tarde, en las Fuerzas Armadas y en la Iglesia Católica.

El Partido Peronista

Este partido surgió luego de que Perón asumiera la presidencia y se disolviera el Partido Laborista. Sin embargo, hubo otros sectores sociales que, junto con el resto de los partidos políticos, fueron acentuando con el tiempo su oposición al gobierno. En un clima de tensión, en el año 1949 se aprobó una nueva Constitución Nacional. En ella se incorporaron los derechos sociales así como algunos cambios económicos y se introdujo la reelección presidencial, posibilidad que no se contemplaba en la Constitución de1853. De esta manera, Perón volvió a presentarse como candidato a presidente en las elecciones de 1952 y se impuso sobre la fórmula del radicalismo encabezada por Ricardo Balbín.

Crisis y debilitamiento. El golpe de estado de 1955

En 1949 se manifestaron los síntomas de una crisis económica que se prolongó hasta 1952. Las exportaciones argentinas habían disminuido- tanto en cantidad como en precios- como resultado de la implementación del "Plan Marshall". Este plan formaba parte de la actitud expansiva de Estados Unidos
y su colaboración en la reconstrucción de la Europa de posguerra, convirtiéndolo en principal proveedor de esos países.
También existían causas internas. Los productores del agro argentino, perjudicados en sus ganancias por la política industrialista del gobierno y la acción del IAPI, redujeron las superficies cultivadas. Prolongadas sequías agravaron la situación, que se complicaba todavía más a causa del constante aumento del consumo interno ocasionado por las mejoras salariales. En consecuencia, apareció el problema de la falta de divisas para las importaciones más necesarias.
A fines de 1952, se lanzó el Segundo Plan Quinquenal que favoreció la actividad agrícola, la industria pesada y las exportaciones. Los diferentes objetivos, con respecto al primero, eran consecuencia de la crítica situación y la necesidad de cambios en la política económica.
A pesar de las nuevas medidas, la política económica peronista estaba en una situación difícil. La crisis, que coincidió con la muerte de Eva Perón (1952), debilitó notablemente un modelo de gobierno basado sobre todo en la redistribución de la riqueza a través de la acción social y en el sostenimiento de altos niveles salariales. La oposición, e incluso algunos sectores nacionalistas del partido gobernante, criticaron duramente el contrato con la Standard Oil, con lo que el desprestigio del gobierno fue en aumento.
A partir de 1954 las relaciones con la Iglesia también se habían deteriorado. Por una parte la política social del peronismo podía ser vista como una competencia a su tradicional acción benéfica, por otra parte, preocupaba a la Iglesia el hecho de que en los programas nacionales de educación se incluyera propaganda del gobierno. El conflicto se desató cuando la Iglesia decidió apoyar al Partido Demócrata Cristiano y Perón tomó medidas como la Ley del Divorcio y la supresión de la obligatoriedad de la enseñanza religiosa en las escuelas, entre otras.
En Junio de 1955 la procesión de Corpus Christi se transformó en una multitudinaria manifestación antiperonista. En ella participaron no sólo los católicos sino todos los sectores que rechazaban a Perón. Entre ellos, importantes sectores de las Fuerzas Armadas, aquellos que jamás habían aceptado que un gobierno presidido por un militar hablara de luchas sociales en contra de la oligarquía.
El 16 de junio se produjo un intento golpista sin éxito. Con la finalidad de asesinar a Perón, aviones de la Marina bombardearon la Plaza de Mayo. Fue una acción criminal, durante la cual murieron más de trescientas personas que allí se encontraban. La reacción no tardó en producirse. Esa noche, grupos de peronistas quemaron las principales iglesias de la Capital.
Tres meses después, en un clima de violencia creciente, el golpe de Estado finalmente se produjo. Las FF.AA. tomaron la Casa de Gobierno y expulsaron a Perón, quien se exilió primero en Caracas y luego en Madrid. Los nuevos gobernantes llamaron al golpe del 16 de Septiembre de 1955 "Revolución Libertadora".
Comenzó una etapa de prohibición del Justicialismo, persecuciones a sus militantes y represión para la mayor parte del pueblo argentino. La ausencia de Perón duró dieciocho años; a pesar de ella, el líder del Justicialismo siguió ejerciendo una influencia decisiva en la vida política argentina.


BIBLIOGRAFÍA

  • Cuadernos de Ciencias Sociales 3. Serie Horizontes.
  • Curso de Ingreso a las Escuelas de Educación Media. Universidad Nacional de Buenos Aires. 2009.